Alethia Archilee
Tildada de frívola y vacía, la moda como concepto ha sido blanco fehaciente de críticas de diversos sectores de la sociedad.
Paradójicamente, se le mira seductora y fascinante, transgresora y furtiva; es a la par deseada y rechazada. Ineluctablemente causa conmoción en la psique del ser humano.
Para tratar de discernirla, se puede hacer una analogía con el dinero: este también está rodeado de cuantiosos clichés que le atribuyen propiedades cuasi sobrenaturales, como por ejemplo el poder de pervertir el alma, o ser el causante de guerras y atrocidades. Pero si lo vemos con cuidado, podemos entender que no es él quién hace los cambios en las personas; si se le mira de una manera objetiva, es un objeto inerte y, como tal, carece de los poderes de coacción que se atribuyen a los sujetos pensantes; de la misma forma, la moda como objeto tampoco es capaz de corromper a nadie.
No obstante, la moda sí es un fenómeno social, que va más allá de la simple búsqueda del placer estético; como dice Lipovetsky[i] en su libro El imperio de lo efímero, “la moda es una formación esencialmente sociohistórica, circunscrita a un tipo de sociedad”; denota los cambios culturales y las tendencias sociopsicológicas de las masas.
Como fenómeno, la moda refleja a la cultura imperante en el momento, porque provee al ser humano de múltiples elementos para expresarse y se vuelve para las personas un símbolo de estatus.
Ese extremismo social, sutilmente se desvanece con el surgimiento del pret a porter. La sociedad se va equilibrando al acortar diferencias fundamentales entre los individuos. En la actualidad y para el espectador común, es poco factible notar a simple vista quién pertenece a qué sector económico; se ha abierto la viabilidad del camuflaje. La moda se ha vuelto un medio de transmutación personal en crecimiento.
Si lo queremos ver desde otro ángulo, podríamos pensar en una comparación que nos acerca más al concepto de moda como industria; pienso concretamente en otra industria de origen y esencia humanitaria, como lo es la farmacéutica. En teoría, esta ramal de la medicina, procura que sus investigaciones sean destinadas a la consecución de ayudas y tratamientos para alargar y mejorar la calidad de vida; sin embargo, no siempre es así:
http://www.adnmundo.com/contenidos/politica/bayer_bmw_nazi_shoah_exterminio_judios_pi_020608.html
Baste recordar los experimentos que realizaba la ahora reconocida empresa Bayerhttp://www.cbgnetwork.org/122.html, con los prisioneros de los campos de concentración nazi, o el turbio manejo actual de algunas patentes de “costosas” medicinas, indispensables para la población mundial.
http://josueferrer.com/tag/esclavitud/
En la moda, podemos mencionar multiplicidad de casos como el de los niños esclavos y las mujeres tratadas abusivamente en las fábricas de Nike [1]http://www.elmundo.es/cronica/2001/317/1005552045.html, el reciente e injusto despido de Laura, la empleada embarazada de Mango [1]http://www.europapress.es/chance/moda/noticia-mango-embarazo-empleada-nunca-sido-motivo-despido-20120531140231.html y en el aspecto psicosociológico, los trastornos alimenticios atribuidos a los efectos de la mercadotecnia. En todo ello, observamos los enormes puntos negros de la moda, y nada más.
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Con el tiempo, hemos asimilado que esta industria tiene caracterizaciones sociales benignas. Podemos, de entre ellas, referir de manera general, las contribuciones económicas al país. Reporta el INEGI[i], que los ingresos en 2010 por los puestos de trabajo (remunerados totales) de la industria manufacturera y de la industria textil y del vestido ascendieron a más de tres y medio millones, y en la industria del calzado en 2008, se generaron ingresos por más de dos mil quinientos millones de dólares, contribuyendo con el doce por ciento del empleo en la industria manufacturerahttp://www.inegi.org.mx/sistemas/productos/default.aspx?c=265&upc=702825003316&s=inegi&tg=230&f=2&pf=Prod&ef=&cl=0&pg=1#inicio
Se prevé que la producción de esta misma industria, en el periodo 2008 -2013, genere más de cuatro mil quinientos millones de dólares al finalizar dicho periodo. Con lo anterior, podemos comprobar que atrás de las capas de superficialidad, existe toda una movilización económica que contribuye a que miles de personas podamos sustentarnos, gracias a los denominados “deseos banales”, que nosotros preferimos acotar como la necesidad de satisfacer en la vestimenta a la ciudadanía, como un derecho fundamental. Esto equivale a cambiar nuestra perspectiva para ver el fondo blanco y ya no sólo el punto negro.
Independientemente de la perspectiva desde la que se aborda a la Moda, ya sea como concepto, objeto, institución o fenómeno, ésta seguirá construyéndose a sí misma, y nosotros los diseñadores, como piedra angular de ella, habremos de concientizarnos de la importancia de actuar de una manera ética, promoviendo el consumo responsable, el diseño sustentable, el buen manejo psicosocial de la publicidad y, sobre todo, la repartición equitativa de las utilidades entre todos los sectores que participan en su creación; ya que, como hemos argüido, no es la moda como tal lo que define el destino de las acciones de ésta, sino la conducción adecuada o inadecuada que decida cada integrante darle, para beneficiar o perjudicar a la sociedad.
¿Y tú, diseñador, que tipo de moda vas a crear?
BIBLIOGRAFÍA
[i] Lipovetsky Gilles, El Imperio de lo Efímero, Ed. Anagrama Pag. 24
[i]http://www.inegi.org.mx/sistemas/productos/default.aspx?c=265&upc=702825003316&s=inegi&tg=230&f=2&pf=Prod&ef=&cl=0&pg=1#inicio
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