Alethia Archilee
Un síntoma de que te acercas a una crisis nerviosa es creer que tu trabajo es tremendamente importante.
Bertrand Russell (1872-1970) Filósofo, matemático y escritor británico.
Las exigencias del mundo globalizado con respecto al desempeño laboral se han vuelto cada vez más demandantes, competir en una sociedad que considera el éxito sinónimo de dinero y reconocimiento solicita pagar precios exorbitantes para poder estar a la “altura”. Empero, ¿vale la pena arriesgar la salud física y emocional para satisfacerlas?
Hasta hace unas semanas, antes de que mi sistema inmunológico se debilitara por el exceso de trabajo y volviera a contraer una bacteria con la que tuve que lidiar por algunos años, yo pensaba que trabajar el doble llevando mi vida al límite era la manera de triunfar.
Hoy que he tenido que tomar un descanso obligatorio para recuperar la salud, he podido meditar cual es el camino saludable para consolidar mis metas sin que esto me cueste la vida. Y no hablo solamente de estar o no en este mundo, lo cual por cierto también se pone en riesgo cuando se trabaja sin mesura; hablo de todo el contexto que acompaña una existencia saludable, tener amigos, familia, pareja, diversión, pero sobre todo descanso.
El Dr. Matthew Edlund, especialista en descanso, sueño y rítmos biológicos y autor del libro Descanso Activo, arguye que trabajamos como máquinas debido a que pasamos tanto tiempo cerca de ellas que hemos llegado a pensar inconscientemente que somos una.
Pero, ¿es realmente esta la única razón por la que los workaholics (término en inglés que significa adictos al trabajo) actuamos como tales?
Desde mi perspectiva esto es solamente el efecto de múltiples causas inconcientes que surgen de una emoción básica, el miedo.
El miedo cuando es saludable nos permite alertarnos sobre el peligro, para eso sirve, para protegernos. Pero cuando el miedo se distorsiona y en lugar de cumplir con su función lo convertimos en pánico, entonces éste en vez de cuidarnos nos perjudica, por tal razón es necesario determinar en que puntos el pánico nos maneja para poder encausarlo a que cumpla solo con su función de protección.
CUANDO EL MIEDO ES SALUDABLE
Mi abuela materna como madre soltera y responsable de llevar el sustento para sus dos hijas y su madre, trabajaba doble turno debido a la carencia; según me cuentan dormía alrededor de cuatro horas diarias y no descansaba ni el domingo. Mi viejita, realizaba una labor loable que tenía un motivo por el cual valía la pena sacrificarse, cubrir las necesidades de sus amores para que no les faltara nada. Ella utilizaba el miedo adecuadamente, dada la observación realista de sus circunstancias trabajar excesivamente tenía un propósito saludable.
CUANDO EL MIEDO DISTORSIONA LA REALIDAD
Sin embargo los workaholics, según he observado de manera empírica, tienen la fortuna de cubrir sus necesidades básicas de manera suficiente.
Entonces ¿cuales son los factores inconscientes que llevan a tener este tipo de comportamientos insanos?
EL RECUERDO DEL PASADO Y EL MIEDO AL FUTURO
Cuando ha existido alguna situación en el pasado que se tornó incontrolable y esta no se ha procesado adecuadamente, entonces el cerebro utiliza la experiencia previa para prevenir situaciones similares desarrollando mecanismos de defensa que eviten revivir el dolor en el futuro, trabajar compulsivamente es uno de ellos por ende es necesario identificar los detonantes para poder transmutarlos.
Existen un sinnúmero de situaciones que pueden desencadenar tal comportamiento como: Sentimientos de desprotección debido a carencias económicas en el pasado, necesidad de reconocimiento, poder y control desatado por un complejo de inferioridad, creencias destructivas, exceso de perfeccionismo, huir de las emociones, falta de confianza, etc.
Identificar cual o cuales son las razones que llevan a trabajar al punto del colapso es el primer paso para corregir y reencausar el problema.
RECONOCER LAS SEÑALES ANTES DE SOMATIZAR
Si tus amigos te dicen que te ven poco, o hace años que no tienes una cita, o tu familia se queja de que ya no pasas tiempo con ellos, dejaste de tener relaciones interpersonales y todos tus pensamientos giran en torno a tu actividad laboral, tal vez te estés sobrepasando, pero si además empiezas a sentirte mal físicamente y tu organismo está rogando por parar, entonces es tiempo de detenerse antes de que la situación empeore.
El cuerpo es un sistema maravilloso que sabe como regularse, nos habla constantemente, a veces con pequeños síntomas y cuando la situación es grave, con enfermedades.
Hoy que me encuentro en cama y sin poder hacer lo que más amo, he aprendido que si mi cuerpo empieza a protestar es mejor escucharlo, mientras lidio con los desagradables y gracias a mi Dios leves síntomas de la leptospira y su tratamiento, me ha quedado claro cuales son mis prioridades, el triunfo no vale ni un solo de mis malestares y mucho menos mi salud.
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