Alethia Archilee

Si existe un tema que aún en la actualidad es sinónimo de controversia es el concerniente al intercambio sexual entre los seres humanos el cual a diferencia de otras especies va más allá de la intención reproductiva, ya que además de buscar el placer corporal y debido a sus capacidades cerebrales viene acompañado de pensamientos y emociones determinadas no solamente por el entorno cultural sino también por  el desarrollo psicológico de cada individuo.

Entender como relacionarse con el sexo opuesto (o el mismo según sean las preferencias) es cada vez más complicado debido a la confusión generalizada entre los participantes, la cual es generada por diversas causas que tal vez sean posibles de descifrar y reestructurar si se realiza un discernimiento claro de los deseos personales y se mejora la comunicación entre los pares.

En primera instancia es conveniente definir qué papel juegan la mente y las emociones para poder acercarnos a una resolución saludable:

A través de la historia el ejercicio sexual ha sido mitificado e incluso satanizado con un sinnúmero de creencias relativas a los fenómenos sociales y económicos de cada región. Tales paradigmas se encuentran en un estado de transformación que oscila entre los patrones del pasado y los parámetros nacientes.

Un ejemplo claro de esta dicotomía es el hecho de que aunque la sociedad proclame la liberación femenina y la equidad de género en gran parte del globo terráqueo (incluyendo México), esta aún sigue exigiéndole a la mujer castidad y mesura en contrapartida con el varón quién goza de mayores libertades para desempeñarse en este rubro sin ataduras o reproches.

Dentro de estas sentencias otorgadas a cada género (con sus respectivas y raras excepciones) se denota que se les ha programado para relacionarse de maneras diferentes con su sexualidad.  A los hombres se les enseña a desvincular los sentimientos y los órganos sexuales, en cambio las féminas son instruidas para acompañar siempre este intercambio con el corazón.

Lo interesante sucede cuando los matices inmanentes a cada ser descubren que a veces el hombre necesita amar y ser amado y la mujer en algunas ocasiones desea también disfrutar solamente de los placeres carnales.

Cuando se trata de llegar a un acuerdo interior sobre lo que se busca y para poder puntualizar cuales son las preferencias en cuanto al relacionamiento sexual se refiere, siempre es bueno servirse de los beneficios de un tercer elemento de gran valor, el recurso cognitivo.  

Es de gran ayuda analizar, reconceptualizar y consensuar de manera consciente cuales de las doctrinas heredadas promueven el relacionamiento saludable y cuales obstruyen el desempeño y disfrute sexual debido a las percepciones sesgadas por los ya mencionados programas sociales y familiares. Con ello se favorece la valoración realista y respetuosa de la dignidad sexual individual y colectiva, evitando el daño propio a la falta de comunicación y asertividad.

El placer físico proporcionado por el contacto sexual ocasional es para algún@s una experiencia fortificante que antecede al amor, para otr@s es simplemente una forma de comunicación, también hay quienes la utilizan como medio de autoafirmación o de sometimiento y existen los que lo ejercen por el simple y puro placer. La expresión variará dependiendo de cada psique y afectará o beneficiará a los implicados dependiendo de sus expectativas.

Esta vinculación tiene la ventaja de proporcionar instantes de placer y en ocasiones genera excelentes recuerdos además le procura al organismo cubrir una necesidad fisiológica tan natural como comer o dormir. Sin embargo algunas de las desavenencias de implicarse solamente desde este punto pueden desembocar en el olvido de la estimación a otras vidas, convirtiendo a las personas en objetos sexuales o en el peor de los casos permitiendo distorsionarse en uno, afectando el amor al prójimo y el propio y deteriorando con ello la autoestima de los implicados a veces severamente.

Asimismo en ocasiones algun@ de los participantes termina deseando algo más y esto una buena noticia cuando las dos partes están de acuerdo, empero existe la inseguridad de que la relación sea unilateral y entonces viene esta cuestión del corazón roto.

Al órgano encargado de bombear sangre por todo el cuerpo se le ha conceptuado como el receptor y emisor de emociones compaginadas con el amor eros.

Desde la antigüedad según han descrito algunos grandes como Shakespeare, los afectos producidos en el corazón pueden causar los más intensos sentimientos de felicidad y en su ausencia el más profundo dolor.

Según los expertos esto se debe a la gran cantidad de descargas de dopamina producidas en el cerebro que ocasionan un efecto equivalente al de algunas drogas, pero más allá de las reacciones somáticas el amor está condicionado por los aprendizajes obtenidos en el seno familiar y el entorno cercano.

Dependiendo de las percepciones del infante y la orientación recibida en casa de manera implícita y explícita será la manera en que se desarrolle en su etapa adulta determinando su receptividad y emotividad a la hora de apasionarse.

La sensibilidad producida por la osadía de aventurarse a amar conlleva algunas desventajas como el salir decepcionad@ o herid@ por eso cuando se pretende acompañar al sexo del amor la prudencia debe hacer gala y moderar los afectos hasta encontrarse en un entorno seguro y protegido, ya que de esta manera se reducirán los daños colaterales inherentes al riesgo de decidirse a abrir el corazón.

Sería ideal identificar si tus deseos coinciden con los de tu prospect@ poniendo puntos sobre las íes desde el principio, no obstante esto es prácticamente imposible debido a que poca gente desea lidiar con la verdad.

Para evitar tragos amargos y cuando se busca algo más que un almohadazo el tiempo es el mejor aliado para conocer realmente a la persona ya que los pequeños detalles son los que develan la verdadera esencia que determinará si es conveniente invertir el tiempo en esa relación o es mejor cambiar el rumbo.

Con el modernismo y la publicidad se había menospreciado la satisfacción de la entrega total en pro de la búsqueda indiscriminada de orgasmos. Este concepto está siendo sustituido por la sociedad empática que ha descubierto la gracia y disfrute al preocuparse por las necesidades de sus semejantes además de las propias, contribuyendo así al redescubrimiento del goce basado en el amor a dúo. 

La unión entre dos seres con caminos similares y en equilibrio promete mucho más que la vida en solitario. La media naranja ha quedado atrás y hoy día la vida en pareja describe el respeto a la individualidad de cada integrante augurando en el futuro relaciones basadas en valores saludables que provean a ambas partes grandes dosis de felicidad. 

Dependiendo de la etapa de aprendizaje de cada sujeto será la preferencia que tenga para vincularse, en el amor no existen ni buenos ni malos procedimientos, ya que cada experiencia por si misma conlleva al crecimiento interior.

Lo que es realmente importante es manejarse con honestidad, hacia uno mismo y para con los demás, delimitando cuales son las prioridades y encontrando más fácil y sin complicaciones emocionales a quienes puedan compartir los mismos objetivos, ya sean solamente sexuales o con tintes amorosos.