Alethia Archilee
Hace poco cuando me encontraba en la ciudad de Durango escuchando las propuestas de algunos candidatos a diputados llamó mi atención que varios de ellos enfatizaban en la necesidad de producir fuentes de empleo para mujeres de 35 años en adelante ya que según planteaban a partir de esta edad las oportunidades disminuyen considerablemente.
Entre bromas expresaba mi “preocupación" sobre lo cerca que estaba de la llegada de ese tiempo límite donde al parecer y según cuenta la leyenda las mujeres comienzan a volverse obsoletas y su vida entra en un estado de dificultad tortuosa y decadente.
Unos días después fui al encuentro con empresarias en América Durango 2013 organizado por la AMMJE (Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias). Ahí pude contemplar a las asistentes, mujeres de diversas edades y extractos sociales irradiaban un aura que hablaba de algo muy diferente: autonomía, temple, independencia pero sobre todo PODER.
Con estos dos panoramas detecte la necesidad de discernir cuales son los arquetipos que han influenciado el inconsciente colectivo y que han retorcido la apreciación saludable del ciclo de la vida, sobre todo de la vejez que es una etapa en la que el ser humano se puede encontrar si es que se atreve a romper esquemas, con la plenitud y la aceptación amorosa de la realidad.
LA CULTURA A LA JUVENTUD
Cada vez hay más longevos y la industria de la postergación de la apariencia crece a la par. Envejecer y verse joven es posible porque se pueden retardar e incluso reparar los estragos de la edad por medio de cirugías, cremas, dietas y ejercicios y aunque esto está abriendo nuevas posibilidades de impacto para la tercera edad, el culto a la juventud se ha convertido en un arma de doble filo ya que al dar relevancia a ciertos clichés que asocian belleza, encanto y capacidad con un determinado límite de años y un aspecto específico, se atenta contra la autoestima, la valoración y las oportunidades de la gente de más mundología.
Este fenómeno antiguamente era exclusivo de occidente y hoy es cosmopolita, incluso en algunas culturas como la japonesa, donde antes existía una sobresaliente valoración y respeto al conocimiento de los mayores, se ha visto influida por la globalización, a tal grado que en palabras del famoso novelista Shusako Endo[1], “La vejez es considerada como una aflicción en lugar de un honor”.
Paradójicamente a la pasión por la “fresh meat” (carne fresca) podemos denotar que la esperanza de vida ha aumentado considerablemente gracias a los avances tecnológicos aplicados a la salud.
Tan solo en América Latina el promedio es de 71.5 años y en Europa llega hasta los 78.4 [2]. Según la OMS (Organización Mundial de la salud)[3] Entre 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%. En números absolutos, este grupo de edad pasará de 605 millones a 2000 millones en el transcurso de medio siglo. Es decir, en los próximos cincuenta años crecerá el número de adultos y adultas mayores con mejor salud, que sin embargo y para la mayoría mantendrán el arquetipo y las condiciones de la edad provecta en lo físico.
Según la filosofía budista el culto a la juventud se debe al apego al cual catalogan como uno de los principales vicios de los seres humanos. La Real Academia de la Lengua Española lo define como:Afición o inclinación hacia alguien o algo. Podemos decir que subsiste la necesidad inmanente en la sociedad de aferrarse a cualquier objeto, situación o persona que le produzca felicidad, aunque esta sea pasajera y que huye de una realidad ingénita a la vida: nacer, crecer, reproducirse, ENVEJECER Y MORIR, es la dinámica ineludible por la que la mayoría habremos de pasar.
LAS MUJERES Y LOS AÑOS
El culto a la juventud afecta especialmente a las mujeres de los sectores más frágiles ya que el colectivo inconsciente aún les sigue exigiendo belleza y sumisión antes que inteligencia. Desarrollar capacidades y talentos en las féminas se encuentra en segundo plano en un gran sector de la población, el machismo y la misoginia así como un gran número de medios publicitarios contribuyen al fomento de este paradigma que arguye que la ausencia de arrugas es más importante que las habilidades y las capacidades cognoscitivas.
Debido a este panorama insensato, es que es preciso dilucidar la apreciación generalizada de la tercera edad confrontando la creencia popular del detrimento personal por el paso de los años. Ya que aunque el cuerpo envejece y algunas funciones disminuyen, existen infinidad de ejemplos de damas que ha demostrado que las canas y el poder que emerge de la veteranía se convierte en un recurso indispensable para la evolución de la sociedad.
LA BELLEZA QUE SURGE DEL PODER FEMENINO
Arquetípicamente mientras los hombres se volvían interesantes con la edad y las canas les daban un plus, los credos indicaban que a las mujeres el paso del tiempo les restaba atractivo y con los años perdían su “valor”, cimentado esencialmente en sus capacidades reproductivas.
Esta sentencia está siendo desacreditada conforme las féminas descubren que su tasación ya no está determinada por la aprobación del sexo opuesto. La mujer objetiva invierte su energía en la explotación de sus capacidades y talento, ya no depende del varón para subsistir. Sus habilidades van más allá de lo que antes se pensaba era su única obligación y fin de vida (vivir para su pareja e hijos).
Ella está remodelando poco a poco la percepción colectiva de su valía porque al exigir sus derechos y demostrar al mismo tiempo sus capacidades, está dando cabida a una nueva belleza que contempla también sus competencias.
Espacios y momentos de apertura mental han logrado materializarse hasta volcarse en una nueva normalidad que actúa sin prejuicios la equidad de género. No es de extrañar que mujeres empoderadas rompan con los preceptos arcaicos que indicaban ciertas normas de comportamiento inclusive en lo sexual, escenarios mal vistos se están volviendo realizables y en algunos sectores aceptables.
La mujer está contactando con el placer que antes era exclusivo de los hombres y descubriendo nuevas facetas de expansión. Siendo soberanas de sí mismas su arreglo personal se ha convertido en un reflejo fidedigno de su autovalor. Virtualmente ejercen el poder y la decisión a través de las compras personalizadas producto de su trabajo y de su dinero.
LAS GENERACIONES ACTUALES UTILIZANDO EL PODER DE LA EXPERIENCIA
Las mujeres del pasado tuvieron que franquear un sinnúmero de vicisitudes para poder lograr realizar los cambios, gracias al trabajo arduo e incansable de mujeres como Simone de Beauvoir[4], es que hoy es posible que más y más de nosotras podamos desarrollar y ser conscientes de nuestra pericia.
Una acción estratégica viable para las generaciones más nuevas (que además refleja un profundo estado de agudeza mental) es utilizar el aprendizaje vicario[5], que es el aprendizaje basado en la observación de la conducta del otro.
Dice el refrán que más sabe el diablo por viejo que por diablo, las experiencias vividas son las que les proveen a las personas las herramientas resolutivas para afrontar situaciones similares y resolverlas con mayor facilidad.
Tomar con sabiduría el conocimiento adquirido por las antecesoras (madres, abuelas, jefas, profesoras etc.) y combinarlo con las aptitudes y actitudes propias puede ahorrar tiempo, dinero y esfuerzo en empresas personales y laborales, disminuyendo proporcionalmente el desgaste emocional y acelerando el crecimiento individual y colectivo.
LA VEJEZ CAPTADA A TRAVÉS DE LOS OJOS DEL AMOR
Ser viejo es una bendición. Poder llegar a edades avanzadas es un privilegio y como tal debe ser valorado. Quejarse por el paso de los años además de ser un desperdicio de energía es un atentado contra la dignidad del único sujeto que nos acompañará durante toda nuestra existencia, un@ mism@.
COMO ENVEJECER CON AMOR
Además de la planeación económica inteligente para la tercera edad y de la ejecución de los cuidados físicos obligatorios para la salud (comer bien, hacer ejercicio, descansar etc.), la responsabilidad de cada persona para construir su felicidad en la vejez radica en vivir todas las etapas como corresponde sin aferrarse al pasado o a “mejores tiempos”, disfrutando y agradeciendo en el aquí y en el ahora cada día como un espléndido regalo. Construir una relación saludable con un@ mism@ es el pilar fundamental para acceder a la edificación de un capital emocional basto que permita convertirse en un ancian@ llen@ de bendiciones.
En alguna ocasión escuché que para poder llegar a viej@ acompañad@ había que ser o muy ric@ o bien muy sabi@.
Hoy expongo que aunque eso puede ayudar a tener una vejez en compañía lo realmente indefectible además de sembrar amor es convertirse en un ser feliz, porque la alegría y el bienestar interior atrae el afecto y la protección de seres que vibran en tú misma sintonía, sin importar si tienes más o menos de esos 35 o 60 años con los que inicie esta reflexión.
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