Alethia Archilee

Agradecer lo bueno es más sencillo que tomar lo que no lo es tanto. En los días iluminados dónde todo fluye y las cosas pintan de maravilla, es más factible ascender hacia este sentimiento. El reto viene cuando las nubes cubren el sol y las circunstancias se vuelven turbulentas.

Entender primero que la existencia no es una línea recta, que es más bien una serie de curvas llenas de altibajos constantes que permean situaciones complejas es el primer paso para poder tomar lo que venga con madurez. Pero aunque la vida no sea un lecho de rosas, tampoco es un lecho de espinas, siempre hay algo bueno en lo dolorido, aprendizajes que nos preparan para soltar, para amar, para crecer.

Lo inevitable como la muerte de un ser amado, la pérdida de la pareja, la ausencia de la salud, la carencia económica o cualquier dolor que provenga de las adversidades inherentes al hecho de estar aquí, puede ser un poco más ligero si se acompaña por esta poderosa manifestación del ser.

Si.. el día se convierte en noche y a veces el camino se pierde, pero cada dolor trae consigo su propia luz, su respuesta. 

Si un ser querido se va, nos permite contactar con la impermanencia y al ser conscientes de lo corta que es la vida, podemos entonces enfocarnos en disfrutar cada oportunidad de amar a quienes aún están. 

Si una relación termina se abre espacio para una nueva experiencia. El dolor bien digerido de una separación puede convertirse en un excelente fertilizante que permita plantar de nuevo y con mayor fuerza la semilla del amor con alguien diferente y en una forma más armónica gracias al crecimiento que toda pérdida proveé.

Si la salud se trastorna es la perfecta oportunidad para realizar cambios positivos en nuestro interior, porque el cuerpo lastimado es solo un efecto de los dolores de la mente. A través de la enfermedad es que nos podemos reconocer y por ende aprender a amarnos. 

Si el dinero escasea, la creatividad surge para poder explorar las herramientas interiores que necesitan despertar. No hay crisis que no venga acompañada de bendiciones.

Por eso la obscuridad tiene sentido, porque gracias a ella alcanzamos a localizar la luz que hay en nosotros y entonces podemos experimentar toda nuestra potencialidad al aprender a salir de la adversidad.

Tomar cada vivencia con amor y dejar de pelear con la realidad, es creo yo la mejor forma de vivir, porque como dicen por ahí, el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.