Por: Alethia Archilee

Dicen mis enseñanzas religiosas que al cielo solo podrán acceder aquellos que sean dignos ante los ojos de Dios.

Hoy después de colgar con mi mejor amigo quien además de ser uno de los seres humanos más nobles que conozco es gay, me pregunté ¿cuándo esta sociedad estará lista para comprender lo que significa estar en sus zapatos?

Es por eso en que en esta ocasión apreciable lector(a) quiero compartirte mi experiencia con un núcleo de personas de las cuales tal vez conozcas poco y en los últimos tiempos hayas escuchado hablar mucho. La comunidad lésbico gay.

A Miguel lo conocí cuando entré a estudiar diseño de moda en el 2007, me llamó la atención por su cabello rizado y su semblante sereno, al poco tiempo nos hicimos amigos y llegamos a formar tal vínculo que eramos inseparables.

Por un tiempo él fingió que le atraían las mujeres, bromeaba para autoafirmar su virilidad con que en el backstage de las pasarelas disfrutaba ponerles las medias a las modelos cuando en realidad observaba a otros hombres.

Él me platicó después que desde que era muy chiquito cuando apenas estudiaba la primaria, ya le gustaban otros niños. Nadie lo orientó a buscar preferencias “raras” como dicen algunos, creció en un entorno católico donde los valores y las virtudes que enseña esta religión lo guiaron por la senda del bien. Gracias a la amorosa guía de sus padres es alguien honorable de esos que no roba, no maltrata ni violenta, sin embargo la sociedad no ve eso, sólo que es homosexual.

Invertidos, maricas, muerde almohadas, machorras, marimachos, etc. Son algunos de los apelativos con los que se les conoce al 10% de las personas que por alguna u otra razón no tienen las mismas preferencias que el otro 90%. Como cualquier minoría y ante el desconocimiento de lo que son, la segregación es pan de cada día.

Quiero compartirte que a mí tampoco me es fácil entender, cuando hablas con ellos descubres que la diversidad es mucho más profunda que el inapropiado cliché televisivo que muchas veces los pinta como acosadores y chismosos.

Miguel por ejemplo: a simple vista no permea sus preferencias, le gusta la ropa de hombre, cambia llantas y hace ese tipo de cosas que se asocian a los machos. Jade en cambio es muy femenina, en sus maneras y forma de actuar es suave y gentil. Javi es divertido e increíblemente atractivo, su inteligencia es cautivadora y no puedes evitar reír cuando estás a su lado. Many es un gladiador, yo lo observaba en la universidad y me gustaba, fue hasta que lo vi en ese lugar luchando por sus derechos que sufrí una “decepción” al saber que no tendría posibilidades.

Quizá pienses que hablo así de bien de ellos porque son mis amigos y aunque en parte tienes razón es también porque he aprendido a ver a los seres humanos que están ahí independientemente de sus preferencias y a valorarlos porque con ellos he asimilado lo que significa la aceptación total de los otros sin importar color, credo o religión. 

Según la primera acepción de la real academia de la lengua española ser digno significa ser merecedor de algo. Cuando se habla de derechos humanos nos es fácil entender que los niños son dignos de protección o que las mujeres necesitan más fuentes de empleo, pero cuando se trata de salvaguardar a un núcleo vulnerable que dista mucho de encajar en los parámetros establecidos la cosa se complica.

Los confunden con pedófilos, les llaman inestables, los tachan de acosadores y la mayoría huye de sus preferencias “raritas”, porque la homosexualidad es vista como una enfermedad contagiosa y no como lo que es, parte de la diversidad.

Si has tenido la oportunidad de ver la serie sense 8, recordarás al personaje de Nomi Marks, que es un hombre que decide convertirse en mujer y se enamora de otra mujer. La primer idea que llegó a mi mente es ¿por qué razón alguien querría hacer ese tipo de cambios para terminar prácticamente donde empezó?. Después empecé a recordar todas las personalidades con las que he convivido a lo largo de estos años y la cantidad de diferencias que hay entre cada uno. Entenderlos quizá sea una misión imposible, a veces apenas logro entenderme yo, lo que sí es importante es respetar su dignidad.

Cuando estaba en la prepa conocí a una "machorra" como le decían las chicas con las que desayunaba en una cafetería de la zona. Una mujer que vestía como hombre, usaba gorra y en su rostro no había rastro de maquillaje, me asustaba. Lo que hasta ese entonces yo sabía de los homosexuales era que había que correr de ellos porque mis padres nos habían advertido que había uno muy peligroso en el pueblo que se sabía le gustaba abusar de los niños y al yo haber sido víctima de un pedófilo entre los 3 y 5 años de edad, me tomaba la advertencia muy en serio. Así que como “buena ciudadana” maniobrada por mis propios miedos e ignorancia hice lo que cualquier ser humano en sus “cabales” haría, la ignoré.

¿Alguna vez has sentido en carne propia el rechazo? Quizá porque no ibas vestido de acuerdo a la ocasión y te negaron la entrada a alguna discoteca de moda, o tal vez porque eres mujer y te dijeron que no podías ir con tus hermanos al partido de futbol, o quizá como hombre porque tu economía no llenaba las expectativas de la damisela en cuestión.

Es probable que sí, todos en algún momento hemos experimentado esa sensación incómoda que recorre el cuerpo cuando alguien nos dice que no somos suficiente, que tenemos algo malo o que lo que dijimos no es correcto.

Ahora imagina que te levantas y lo primero que te dicen es que eres una abominación, que estás pecando o que estás defectuoso. O aún peor que eso, el silencio acompaña todas las interacciones de los otros contigo, nadie te habla te ven y pasan de largo, te vuelves invisible. A medio día y antes de dormir la indiferencia se repite y se repite creándose una herida tan profunda y dolorosa que pierdes las ganas de vivir.

Bueno pues más de diez millones de mexicanos que como tú y como yo necesitan aprecio y ser valorados desde su humanidad sufren cada día de este dolor.

Cuando estaba en una clínica naturista hace algunos años buscando uno más de tantos tratamientos que probamos en una etapa en la que estuve enferma, conocí una chica muy agradable que me comentó que su papá la había internado ahí porque había terminado con su pareja y estaba muy deprimida, para ese entonces yo además de la enfermedad estaba lidiando con un duelo muy profundo también por desamor y pensé que podíamos empatizar en nuestro dolor. Mis ganas de convivir se vieron disminuidas cuando me confesó que por quién sufría era por otra mujer.

En shock regresé a mi habitación y aunque en ese momento no tuve la fortaleza de reconocer a alguien vulnerable y mi ignorancia volvió a indicarme que corriera, ya en calma contemplé la idea de que quizá su dolor y el mío no fueran tan distintos.

La primera lesbiana con la que conviví y que me permití observar con otros ojos se llama Alicia, es una mujer muy cautelosa y educada con una firme determinación y una empatía extraordinaria. El día de hoy a veces usa barba y a primera vista no puedes definir si es hombre o mujer, lo que sí te puedo decir es que eso no es tan importante como su solidaridad.

Nunca me acosó como me habían dicho, al contrario ha sido respetuosa de lo que soy y el hablar con ella en ciertos momentos me permitió crecer a partir de su visión ecléctica de la vida. Descubrí que es como yo, la única diferencia es que usa barba y yo me depilo, le gustan las mujeres y a mí los hombres, pero sufre, ríe y ama de igual forma.

Y ¿qué crees? La convivencia con ella no cambió mis preferencias, solo aumentó mi conocimiento y abrió mi mente y también me hizo reconocer que de muchas formas también soy marica.

Julián es el líder de la comunidad lésbico gay en la ciudad de Aguascalientes, quizá lo hayas visto en los periódicos locales hablando de los derechos humanos de las mujeres y de los sectores más desprotegidos, tal vez si eres político o tienes algún cargo afín te haya tocado tener que lidiar con ese león que “no tiene pelos en la lengua” como decimos coloquialmente los mexicanos cuando alguien expresa las cosas como son.

Bueno, yo he sido muy afortunada porque a mí me ha tocado convivir con el ser pacífico y protector que guía y escucha con misericordia. Yo también he experimentado el rechazo igual que tú querid@ lect@r y quizá una de las razones más importantes por la cual anhelo estar cerca del colectivo pro gay es porque es el primer lugar que conozco desde que era chica donde nadie pone en duda lo que yo soy, no soy valorada o discriminada por mi heterosexualidad, por ser mujer o debido a mi manera de vestir, no les importa mucho si lo que digo es verídico o está errado, simplemente puedo existir desde la libertad. Las llagas de la discriminación son en ese lugar curadas con amor.

El mundo está lleno de diferencias, no hay un ser humano igual a otro, gracias a la gracia divina o a Dios como me gusta llamarle por mis creencias católicas, todos tenemos cualidades y zonas oscuras por iluminar.

El punto de la búsqueda de incluir a la comunidad lésbico gay dentro de las leyes no es para darte dolores de cabeza o romper con tus esquemas mentales. Mucho menos para indicarte tus errores o exponer a nadie.

Es porque ellos al igual que tú y yo merecen ser protegidos desde su dignidad, merecen ser vistos por lo que son y no por lo que se cree que son.

En las redes sociales estuvo circulando un video en el que un talentoso joven habla sobre sus dos mamás. Con un gran desarrollo de la retórica explica cómo el haber sido creado en un hogar desesquematizado no afectó su psicología y es gracias a la guía familiar un buen ciudadano.

También por las redes sociales circulan casos de niños criados por sociópatas que además son homosexuales que los han lastimado y que debido a la inadecuada percepción de los medios se le atribuye el mal causado a esta tendencia sexual.

Yo no estoy de acuerdo en que todos los homosexuales puedan adoptar, eso sería una negligencia por parte de las autoridades si permitieran que cualquier individuo acceda a la posibilidad de tener niños. Lo que sí creo es que el ser homosexual no es una limitante para poder ser padre o madre. Una postura ecuánime desde mi perspectiva sería que se les considere desde su individualidad y sean sometidos a los mismos exhaustivos estudios que al resto de la población para determinar su estado mental y su capacidad para la crianza.

Entonces se darían cuenta que así como encontrarán seres humanos con preferencias heterosexuales y patologías psiquiátricas incontrolables que los hacen malos padres (si no ¿por qué hay tantos niños abandonados?), también descubrirán que dentro de la comunidad lésbico gay hay seres humanos con una psicología que les permite proteger y amar desde la salud a los pequeñitos abandonados.

La palabra Marica dicen algunas fuentes que proviene de María, la representante católica de la feminidad, esa entidad que según me han dicho y me gusta creer ya que soy devota de ella, es toda compasión y entendimiento. Maricas les dicen porque pretenden ser mujeres y en esta sociedad aún formulada desde el machismo, el aspirar a ser mujer es una verdadera ofensa porque según nos han hecho creer somos seres débiles y endebles a los que hay que proteger y al mismo tiempo rechazar por nuestra aparente y peligrosa inestabilidad.

Insinuarle a un caballero que parece mujer significa afectarlo profundamente. Pero ¿qué pasaría si cambiáramos todos (hombres y mujeres) la percepción que se tiene sobre mujer=debilidad por una más parecida a mujer=dignidad=hombre=dignidad? El ser mujer ya no sería una ofensa sino solamente una representación más de la humanidad, los hombres ya no serían afectados y manipulados para ser todo poderosos, (podrían descansar un poquito) porque lo único importante sería considerarnos los unos a los otros desde el respeto y no desde las pautas sociales. Y por ende los maricas también podrían entrar a ese lugar que dicen es el paraíso donde todo es paz y armonía y al cual se accede al final del camino terrenal desde la bondad y el actuar conveniente a los valores universales. 

Si me permiten contarles un secreto, yo todos los días me esfuerzo porque quiero parecerme a Miguel, en estos casi diez años que llevo de conocerlo profundamente he podido contemplar la bondad en su máximo esplendor en un solo ser humano, el dar y cuidar sin esperar nada a cambio es una de sus cualidades innatas al igual que su preferencia sexual, la protección a los desamparados y la congruencia en sus acciones me hacen sentir orgullosa y hasta privilegiada de coexistir con él y con los Maricas.

Son tan transparentes que estoy segura que si ella volviera a escoger al más pequeño de sus hijos los vería también, tomaría en cuenta primero su nobleza y nunca los rechazaría por ser homosexuales. Mi venerada Lupita no tendría objeción a que entraran a su cielo porque desde su compasión infinita ser partícipe de su protección es también para los que somos por preferencia o por afinidad, Maricas.